Los odiosos, Díaz Balart y Ileana Ros-Lehtinen

Beyoncé y Jay-Z en la Habana, Cuba

Beyoncé y Jay-Z en la Habana, Cuba

La alharaca formada por la Loba feroz y uno de los retoños del batistiano Díaz Balart cuando se enteraron del viaje de dos cantantes norteamericanos, Beyoncé y Jay-Z a la Isla, mueve a risa. Hicieron tremendo ridículo en su afán de defender con uñas y dientes la discriminatoria ley que rige desde hace cincuenta años, y que prohíbe a  los habitantes de Estados Unidos visitar Cuba a menos que tengan permiso para intercambios religiosos, de estudiante, o culturales. Los reyes de la “democracia”, la pisotean sin ruborizarse. Enviaron una carta al departamento del Tesoro pidiendo explicaciones.

Pero resultó que los artistas tenían licencia para visitar La Habana y en vista de los ataques de los dos congresistas miamenses, el rapero les compuso una canción que los deja muy mal parados. Como dijera mi padre alguna vez parafraseando a Mark Twain: para un yanqui de Connecticut sería más fácil visitar la corte del Rey Arturo que pasearse por las calles habaneras.

En esa constante política de hostilidad está enmarcada también  las fiestas que le prepararon a la bloguera de la Generación Y, para  la cual han recabado tanto premios internacionales otorgados por organizaciones de las derechas más reaccionarias, que ya la Yoani es millonaria y no hay dudas de que quiere seguir recaudando “chavitos” que seguro no empleará en nada bueno.

La ancestral gusanera miamense –muchos  han muerto, otros se han puesto viejos en el empeño– no se cansan de atacar al gobierno de La Habana, aunque con todo el empuje que puedan tener en el lobby anticubano, al final no han logrado nada, pero tiene que seguir en ese empeño para conservar sus sucios negocios, sus millones mal habidos.

Según pasa el tiempo, Estados Unidos está más aislado en su política contra el pueblo cubano. La Ley Helms Burton trata de obligar a todos los países a sumarse al bloqueo económico, financiero y comercial impidiendo el flujo de inversiones extranjeras entre muchos otros esfuerzos agresivos. Pero no caben dudas de que han sido tremendamente constantes.

Ya han pasado muchos años y no logran lo que se han propuesto desde 1959, ni lo lograrán. Antes fue la Ley Torricelli que prohíbe el comercio con Cuba a subsidiarias de compañías estadounidenses en terceros países. De nada les ha servido todos sus esfuerzos, la Revolución está más fuerte que nunca.

El colmo es el caso omiso que hace Washington de los reclamos de casi la totalidad de países representados en Naciones Unidas que año tras año votan a favor de Cuba y en contra del bloqueo, lo cual indica que se burlan impunemente  del mundo entero.

La ONU está pintada en la pared, también en lo que se refiere al conflicto del Oriente Medio, y a las guerras genocidas promovidas por el gobierno norteamericano, injustificadas y criminales.

Pero volviendo al caso de los artistas estadounidenses, ahora resulta que un vocero de la Casa Blanca asegura que nadie allí ni Barack Obama ni nadie  de los que allí laboran tuvo nada que ver con ese permiso. Eso es competencia –dijo– del Departamento del Tesoro. Nada, que se lavan las manos como Poncio Pilatos y vuelven a justificarse para complacer a los republicanos. La verdad es que esta acción, como otras, deja muy mal parado al presidente.

Tomado de Cubadebate.cu