No le temo al debate ni jamás lo haré
19/10/2015 Deja un comentario
Por: Yasel Toledo Garnache (yasegarnache@gmail.com)
¿Qué pasaría si la Cia, la NSA o la mismísima FNCA invitara a un grupo de jóvenes cubanos a conversar sobre la realidad de su país y el futuro que desean?, se interrogan los autores de La Joven Cuba, y alguien hasta me pregunta mi opinión por el chat. No dudé ni un instante: Yo me apuntaría.
Ahora mismo no se me ocurre ninguna razón para dejar de hacerlo. Confío demasiado en lo que siento y la educación de mis padres y abuelos, en aquellos diálogos hasta tarde en la noche los días de apagones, en el portal de la casa, muy cerca de la línea del ferrocarril.
No le temo al debate ni jamás lo haré. Escribo y hablo, porque quiero expresar lo que siento. No importa si es un rasguño en la pared o si se extiende con amplificaciones. Lo hago con responsabilidad y comprensión del contexto actual, sin temores ni excesos.
Y si a estas alturas no tuviera suficiente seguridad y valor profesional y revolucionario como para eso, bajaría la cabeza y me encerraría en una caja de cartón o lo que sería más luminoso: trataría de atrincherarme de conocimientos y argumentos, con la solidez de la verdad y lo profundo.
Desde mi primer grado en la enseñanza Primaria hasta el quinto año de la carrera en la Universidad pasaron 17 años. ¿Es que acaso ese tiempo no es suficiente para la preparación de un soñador con pies en la tierra? Por supuesto, ninguno lo será para lo óptimo, porque la vida es una eterna escuela, en la que se debe evitar el pragmatismo y nutrirse de teorías y experiencias.
Eso lo tengo claro. Conozco a otros con proyectiles inteligentes suficientes para dialogar, convencer y no dejarse confundir.
A veces, escucho criterios y pienso en silencio, concuerdo o no. No se trata de ingenuidad ni inexperiencia de muchacho con un poco más de veinte años, aunque, en ocasiones, se me podrían escapar algunas tildes en el pensamiento, como a todos.
Ya sabemos que la subversión no es cuento chino, y disímiles proyectos surgen en el mundo físico y el virtual, para desviar de caminos y debilitar cimientos.
Pero no podemos temerle, sino prepararnos para contrarrestarla. Eso no puede ser con discursos trillados ni maneras aburridas.
Alerto que algunos jóvenes, como cualquier persona, bostezan cuando algo no los cautiva, se recuestan del espaldar de la silla con la mirada en el techo o cierran los ojos. Y ni si quiera es criticable.
Sigamos buscando maneras frescas, con vitalidad permanente. Parezcámonos más a este tiempo y recordemos que, a veces, lo más duradero se dice entre líneas. Como he dejado claro en otras ocasiones, confío en los demás de mi generación, en su apego a las semillas y a este país de héroes y tantos triunfos.
Tomado de: Mira Joven Cuba